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Meknes Sin Prisas: Tu Guía Esencial Para Explorar La Ciudad Imperial

Meknes destaca como una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, situada a 552 metros sobre el nivel del mar y con una población aproximada de 950.000 habitantes.

 

A diferencia de otras ciudades imperiales, Meknes ofrece una atmósfera más relajada y menos concurrida, permitiendo a los visitantes explorar sus maravillas históricas sin prisas.

 

Conocida como el "Versalles de Marruecos", esta joya arquitectónica cuenta con más de 40 km de murallas defensivas y alberga la impresionante puerta Bab Mansour, considerada una de las más bellas del mundo.

 

Explorar Meknes Marruecos es adentrarse en un patrimonio cultural extraordinario que se remonta al siglo VIII, cuando fue fundada por la tribu bereber Meknasa, aunque alcanzó su esplendor bajo el reinado del Sultán Moulay Ismail entre 1672 y 1727.

 

Para quienes busquen qué ver en Meknes, la ciudad ofrece numerosos tesoros como el Mausoleo de Moulay Ismail, la Medersa Bou Inania y Volubilis, el mayor sitio arqueológico de Marruecos.

 

Además, su ubicación estratégica a 138 km al este de Rabat y 60 km al oeste de Fez la convierte en una base ideal para descubrir el norte del país. Esta guía proporciona toda la información necesaria sobre qué hacer en Meknes, las principales atracciones turísticas y consejos prácticos para disfrutar plenamente del turismo en esta ciudad centenaria.

 

Para los viajeros que buscan experimentar el auténtico Marruecos sin las multitudes, Meknes representa un tesoro por descubrir. A menudo eclipsada por sus hermanas imperiales, esta ciudad ofrece una experiencia genuina que invita a ser saboreada sin apuro, permitiendo sumergirse en su esencia de forma más íntima.

 

Por qué Meknes es diferente a otras ciudades imperiales

A diferencia de Fez, Marrakech o Rabat, Meknes presenta un rostro menos turístico pero igualmente fascinante. Apodada el "Versalles de Marruecos", esta antigua capital sorprende con monumentos tan impresionantes como los de sus contrapartes, pero con considerablemente menos visitantes. Esta característica la convierte en el escenario perfecto para quienes prefieren explorar sin las aglomeraciones típicas de otros destinos.

 

La medina de Meknes, más pequeña y considerablemente menos abrumadora, permite pasear sin la insistencia de los vendedores que suelen encontrarse en otras ciudades imperiales.

 

Asimismo, los precios en Mequinez se encuentran entre los más razonables de Marruecos, con alojamientos que ofrecen tarifas significativamente más bajas, desde 34.35 euros por noche. Los zocos también presentan precios más competitivos, requiriendo menos regateo para obtener buenos tratos.

 

Además, su ubicación estratégica a solo 65 kilómetros de Fez y 151 kilómetros de Rabat la convierte en una base ideal para explorar otros destinos importantes del norte marroquí, como las ruinas romanas de Volubilis o la ciudad sagrada de Moulay Idriss.

 

Ambiente relajado y hospitalidad local

Entre sus calles se respira un aire acogedor y tranquilo, donde el tiempo parece haberse detenido. Esta atmósfera relajada permite al visitante disfrutar de la vida cotidiana marroquí sin presiones, observando oficios tradicionales como los herreros trabajando sobre sus yunques como antaño.

 

La hospitalidad marroquí alcanza en Meknes una expresión particularmente cálida. Los habitantes locales son reconocidos por su amabilidad, algo que los visitantes pueden experimentar en primera persona al alojarse en los tradicionales riads de la ciudad.

 

El personal de estos establecimientos suele destacarse por su genuina calidez y disposición para ayudar, convirtiendo cada estancia en una experiencia memorable.

 

Esta combinación de majestuosidad imperial con un ambiente auténtico y relajado hace de Meknes un destino único, perfecto para quienes buscan combinar historia, tranquilidad y autenticidad en su viaje por Marruecos.

Meknes

La riqueza monumental de Meknes invita a un recorrido pausado por sus tesoros históricos. Explorar sus calles es adentrarse en siglos de historia y esplendor, especialmente durante el reinado de Moulay Ismail.

 

Puertas monumentales: Bab Mansour, Bab Lakhmis, Bab Berdaine

El verdadero símbolo de Meknes es Bab Mansour, considerada la puerta más grande de Marruecos y todo el norte de África. Completada en 1732 por Mulay Abdallah, hijo de Moulay Ismail, esta obra monumental mide 16 metros de altura.

 

Sus columnas de mármol blanco provienen de las ruinas romanas de Volubilis, mientras que su decoración incluye elaborados azulejos policromados e inscripciones en árabe. Actualmente funciona como galería de arte.

 

Al norte de la medina se encuentra Bab Berdaine, construida también durante el reinado de Moulay Ismail. Esta majestuosa puerta controlaba estratégicamente el comercio con el norte del país y cuenta con dos torres almenadas. Por su parte, Bab Lakhmis (o El Khemis), erigida en 1673, servía como entrada principal al barrio judío.

 

Medina y zocos: el corazón de la ciudad

La Medina de Meknes, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, está organizada por zocos especializados. El Zoco Sekkarin alberga hojalateros y cuchilleros, mientras que el Bezzazin es dominio de cesteros y vendedores de telas.

 

En el Zoco Nejjarine encontramos carpinteros, en el Bab el Yadid instrumentos musicales, y en el Sebbat los zapateros. La Kiseria es famosa por su damasquinado, arte finamente visible en jarrones y platos decorados.

 

Mausoleos y mezquitas históricas

El Mausoleo de Moulay Ismail representa uno de los pocos sitios religiosos accesibles para no musulmanes. Bellamente decorado, incluye la tumba del sultán, una mezquita, varias salas ornamentadas y un patio. La Gran Mezquita, de origen almorávide del siglo XII, cuenta con 11 puertas y 143 arcos, aunque está reservada solo para musulmanes.

 

Jardines y estanques: el Agdal y Lahboul

El Estanque de Agdal, con cuatro hectáreas de agua, servía para regar los jardines y como sitio de recreo del Sultán. Por su parte, los Jardines de Lahboul, creados entre finales del siglo XIX e inicios del XX por españoles, franceses y marroquíes, abarcan seis hectáreas junto a las murallas de la medina. Este espacio verde representa uno de los ejemplos más importantes de la jardinería tradicional hispanoárabe en Marruecos.

Meknes

Más allá de sus impresionantes monumentos, la verdadera esencia de Meknes se encuentra en sus experiencias cotidianas. La ciudad invita a dejarse llevar por su ritmo pausado y sumergirse en la auténtica vida marroquí.

 

Disfrutar de un té en una terraza con vistas

Una pausa obligada durante cualquier visita a Meknes es el Café Pavillon des Idrissides, ubicado estratégicamente en un lateral de la bulliciosa plaza El-Hedim.

 

Desde su terraza superior se contemplan vistas panorámicas incomparables hacia la plaza y la majestuosa puerta Bab Mansour. El personal, conocido por su amabilidad, sirve refrescantes jugos y el tradicional té a la menta mientras los visitantes disfrutan del espectáculo urbano que se desarrolla a sus pies.

 

Aunque el servicio puede ser pausado, este ritmo tranquilo forma parte del encanto del lugar.

 

Probar la gastronomía local: tajines, cuscús y dulces

La cocina de Meknes refleja la riqueza de la gastronomía marroquí, donde se entrelazan sabores dulces y salados. El cuscús, elaborado con sémola de trigo, representa uno de los cuatro platos básicos de la gastronomía nacional junto con la pastilla, el mechui de cordero y el djej mcharmel de pollo.

 

Los diferentes tipos de tajines sorprenden por su mezcla de sabores, mientras que la harira, una nutritiva sopa de tomates, lentejas y garbanzos, ofrece confort al final del día.

 

No hay que perderse el bocadillo de hígado en la Medina, opción favorita entre los más aventureros. Los dulces elaborados con miel, dátiles y almendras, como los Kaab el Ghzal (cuernos de gacela), completan perfectamente cualquier comida.

 

Visitar talleres de artesanos y mercados

La ciudad destaca como importante centro productor artesanal. El damasquinado, técnica de incrustación de hilos de plata en objetos metálicos, constituye su artesanía más emblemática y puede encontrarse en la Kisería.

 

Cada zoco se especializa en diferentes oficios: el Sekkakine alberga hojalateros y vendedores de teteras tradicionales, mientras el Bezzazine ofrece las mejores cestas de mimbre hechas a mano de todo Marruecos. Para admirar textiles artesanales, encajes y bordados, el zoco Oqchem es parada obligatoria.

 

En el Mercado del Mellah, situado en el antiguo barrio judío, se encuentran coloridos puestos de productos frescos, especias y prendas tradicionales como djellabas y caftanes.

 

Pasear por los barrios menos turísticos

Alejarse del circuito convencional permite descubrir tesoros escondidos como los Jardines de Lahboul, un tranquilo oasis con lagos, puentes y abundante vegetación donde las familias locales disfrutan de agradables picnics. Estos jardines, menos conocidos que otros espacios verdes de la ciudad, ofrecen un remanso de paz ideal para una tarde de descanso.

Meknes

Organizar una visita a Meknes requiere cierta planificación previa, aunque sin grandes complicaciones. Con algunos consejos prácticos, la experiencia será mucho más gratificante.

Cómo llegar en tren, autobús o coche

El tren es sin duda la opción más cómoda para llegar a Meknes. Desde Fez, el viaje dura apenas 37 minutos y cuesta 22 dirhams (2€) en segunda clase o 32 dirhams (3€) en primera clase. Los trenes salen cada hora, con mayor frecuencia en horas punta. Desde Rabat, el trayecto dura aproximadamente 2 horas y 12 minutos.

 

Otra alternativa económica es el autobús CTM, que conecta Fez con Meknes en una hora por 25 dirhams, con salidas aproximadamente cada hora y media. Para los más independientes, alquilar un coche es posible pero no muy recomendable debido al estado de las carreteras y la conducción local.

 

Consejos para moverse dentro de la ciudad

En Meknes hay dos estaciones de tren: la principal y Meknes Al Amir, esta última situada a solo 2 kilómetros del centro histórico. Para desplazamientos dentro de la ciudad, los petit taxi son ideales para distancias largas, mientras que la red de autobuses urbanos cuesta 2,50 dirhams. Cerca de Bab Mansour se encuentran los taxis grandes compartidos que por 3 dirhams te llevan a los suburbios.

 

Dónde cambiar dinero y qué llevar

El dirham marroquí es la moneda oficial, con un cambio aproximado de 11 dirhams por euro. Es recomendable cambiar dinero al llegar a Marruecos en bancos u oficinas de cambio, ya que ofrecen mejores tasas. Aunque algunos establecimientos aceptan tarjetas, el efectivo sigue siendo imprescindible en zocos y mercados.

 

Además del dinero, es aconsejable aprender algunas frases básicas en árabe o francés y vestir con modestia, especialmente al visitar lugares religiosos.

 

Alojamientos con encanto en la medina

Los riads tradicionales en la medina ofrecen una experiencia auténticamente marroquí. Estos establecimientos, a menudo antiguas casas restauradas, cuentan con hermosos patios interiores y terrazas.

 

Entre las opciones destacan el Riad Yacout, con piscina y terraza en la azotea; el Riad Zahraa Al Ismailia, decorado al estilo tradicional; y el acogedor Riad Lahboul. Los precios comienzan desde 34,35 euros por noche, significativamente más bajos que en otras ciudades imperiales.

Meknes

Meknes, sin duda, representa una joya escondida entre las ciudades imperiales de Marruecos. A diferencia de sus hermanas más famosas, esta ciudad ofrece una experiencia auténtica donde el tiempo parece transcurrir a un ritmo más amable.

 

La majestuosidad de Bab Mansour, los laberínticos zocos especializados y los magníficos jardines históricos conforman un conjunto patrimonial extraordinario que, sorprendentemente, se puede disfrutar sin las multitudes típicas de otros destinos.

 

Esta ciudad imperial destaca, además, por su excepcional relación calidad-precio. Los alojamientos en riads tradicionales, significativamente más económicos que en otras ciudades, permiten sumergirse en la hospitalidad marroquí genuina. Asimismo, su ubicación estratégica la convierte en base perfecta para explorar tesoros cercanos como Volubilis o Moulay Idriss.

 

La gastronomía local merece mención especial por sus sabores únicos, desde los aromáticos tajines hasta los delicados dulces de almendra y miel. Estos manjares, disfrutados en una terraza con vistas a la plaza El-Hedim mientras se observa el bullicio local, constituyen experiencias que permanecerán en la memoria del viajero.

 

El verdadero encanto de Meknes reside, finalmente, en su autenticidad. Los artesanos trabajando como lo hacían hace siglos, los mercados menos orientados al turismo y la amabilidad de sus habitantes crean una atmósfera que cautiva al visitante.

 

Aunque menos conocida que Marrakech o Fez, esta ciudad imperial ofrece una experiencia marroquí más íntima y genuina, perfecta para quienes buscan descubrir el alma del país sin prisas ni aglomeraciones.

 

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