Ait Ben Haddou: Una Joya del Turismo Cultural en Marruecos
Ait Ben Haddou, el monumento más impresionante de Marruecos, ha cautivado tanto a la UNESCO como a Hollywood, sirviendo como escenario para producciones legendarias como "Gladiator" y "Game of Thrones". Esta majestuosa ciudad fortificada, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987, se alza sobre una colina de 100 metros de altura, dominando el paisaje pre-sahariano.
El ksar de Ait Ben Haddou, aunque sus construcciones actuales datan del siglo XVII, tiene sus raíces en el período Almorávide del siglo XI. Durante más de mil años, este punto estratégico fue testigo del paso de caravanas cargadas de oro, plata y especias en la ruta entre Marrakech y el Sahara.
Construido con materiales tradicionales como adobe, tierra, paja y madera, este extraordinario conjunto arquitectónico representa uno de los ejemplos más destacados del hábitat tradicional pre-sahariano.
La historia del legendario ksar de Ait Ben Haddou permanece envuelta en misterio, con relatos que se entrelazan entre la tradición oral y los registros históricos. El paso del tiempo ha desdibujado los orígenes precisos de esta maravilla arquitectónica que se alza imponente en el sur marroquí.
Quién fue Ben Haddou y por qué fundó el ksar
El nombre de esta fortaleza de barro rinde homenaje a su misterioso fundador, Ben Haddou. Según las leyendas locales, este personaje estableció aquí su tribu en el año 757, marcando el inicio de lo que se convertiría en uno de los asentamientos más emblemáticos de Marruecos.
La tradición oral sostiene firmemente que los restos del fundador descansan en una tumba ubicada detrás de la ciudad, aunque su localización exacta permanece imprecisa.
Sin embargo, los historiadores mantienen una visión diferente. Muchos sitúan la construcción del ksar alrededor del siglo XVII[62], mientras que otras fuentes sugieren que sus cimientos podrían remontarse al siglo XI, durante la era de los Almorávides.
Esta discrepancia entre la memoria colectiva y los registros académicos añade un halo de misticismo al origen de Ait Ben Haddou.
El término "Aït" en idioma amazigh significa "tribu", indicando que el asentamiento comenzó cuando un grupo bereber decidió establecerse en este estratégico enclave.
Como ocurría con otros ksares, los habitantes construyeron esta característica ciudad amurallada con torres defensivas cercana a tierras aptas para el cultivo y con acceso al agua.
La importancia de su ubicación en la ruta transahariana
La verdadera relevancia histórica de Ait Ben Haddou radica principalmente en su privilegiada posición geográfica. El ksar se encuentra estratégicamente situado en el valle del río Ounila, a lo largo de una de las principales arterias comerciales que atravesaban el desierto del Sáhara.
Este enclave representaba un punto neurálgico en el cruce de antiguos pasos de caravanas, convirtiéndose en parada obligatoria para los mercaderes que viajaban entre el antiguo Sudán y las ciudades imperiales como Marrakech, Fez y Meknes. Las caravanas de camellos, cargadas con valiosas mercancías, encontraban en Ait Ben Haddou un refugio indispensable durante su arduo viaje:
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Transportaban oro y plata desde las regiones subsaharianas
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Comerciaban con esclavos y especias
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Regresaban con sal hacia el sur[61]
Además, la cercanía al paso de Tizi n'Tichka resultaba fundamental, pues constituía una de las escasas rutas que permitían atravesar las imponentes montañas del Atlas.
Esta ubicación no solo facilitaba el control del tránsito comercial, sino que también ofrecía a los habitantes del ksar la posibilidad de aprovechar el flujo constante de viajeros, proporcionándoles servicios esenciales como posada, mezquita y graneros.
Los pobladores supieron aprovechar magistralmente esta ubicación privilegiada, protegiéndose de los vientos fríos de la montaña mientras maximizaban la luz solar, creando así un asentamiento perfectamente adaptado a las condiciones del entorno pre-sahariano.

Entre las murallas ocre del ksar de Ait Ben Haddou, la vida ha seguido un ritmo marcado por tradiciones milenarias, aunque transformada por el paso del tiempo y las circunstancias modernas. Este fascinante asentamiento revela tanto su pasado glorioso como su presente desafiante.
Cómo era la vida en el ksar en su época dorada
Durante siglos, el ksar funcionó como punto neurálgico en la ruta comercial que unía el antiguo Sudán con Marrakech a través del valle del Dra y el paso de Tizi-n'Telouet. Las caravanas de comerciantes encontraban aquí refugio después de meses de arduo viaje por el desierto.
La organización interna del ksar se dividía claramente en dos zonas diferenciadas: la pública y la privada.
En los espacios públicos se ubicaban la mezquita, la plaza central y la escuela coránica, donde se desarrollaba la vida comunitaria.
La zona privada consistía en un conglomerado de viviendas donde era evidente la jerarquía social: las casas de las familias nobles destacaban por su rica decoración y múltiples plantas, mientras que las viviendas comunes eran modestas construcciones de una sola planta casi sin ornamentación.
Las pocas familias que aún viven dentro del ksar
A principios del siglo XXI, la realidad del ksar es muy diferente. Actualmente, solo unas pocas familias permanecen habitando dentro de las antiguas murallas.
Estas personas mantienen viva la tradición del lugar, aunque en condiciones que podrían considerarse precarias respecto a los estándares modernos.
Las estructuras de tierra apisonada, adobe y madera que conforman sus hogares requieren un mantenimiento constante. Sin esta dedicación continua, las edificaciones comenzarían a desmoronarse en apenas unas décadas, como ha ocurrido con otras aldeas similares abandonadas.
Relación entre el pueblo nuevo y el ksar antiguo
La mayoría de los habitantes originales han optado por trasladarse al pueblo moderno situado en la orilla opuesta del río Ounila. Esta migración se debe principalmente a la pérdida de importancia estratégica del valle durante el siglo XX y a la búsqueda de mejores condiciones de vida.
En 2011 se completó un nuevo puente peatonal que une ambos asentamientos. Esta infraestructura tenía un doble objetivo: hacer más accesible el ksar a los visitantes y animar a los pobladores originales a regresar y reinstalarse en sus casas históricas, contribuyendo así a la preservación de este patrimonio arquitectónico excepcional.
Mientras tanto, los habitantes del pueblo nuevo se dedican principalmente a la agricultura y, cada vez más, al comercio relacionado con el turismo, adaptándose así a la nueva realidad económica de la región.
La arquitectura del ksar de Ait Ben Haddou representa un extraordinario testimonio de ingenio constructivo bereber que ha resistido siglos de exposición a los elementos. Esta fortaleza de barro emerge del paisaje como si fuera parte de la tierra misma, revelando técnicas ancestrales que continúan asombrando a arquitectos contemporáneos.
Materiales tradicionales: adobe, tapial y madera
La construcción del ksar se basa exclusivamente en materiales locales. El tapial (tabia) forma la espina dorsal estructural, especialmente en los niveles inferiores que soportan mayor peso. Este material consiste en tierra apisonada entre encofrados de madera, compactada meticulosamente con mazos.
Por encima del primer piso, los constructores empleaban adobe más ligero, una mezcla de barro y paja secada al sol, para reducir la carga sobre los muros inferiores.
La estructura se completa con vigas de madera de palma o tamarisco, abundantes en el oasis cercano. Estas vigas se colocan horizontalmente debido a su limitada resistencia, lo que explica por qué las calles y espacios interiores raramente superan los dos metros de anchura.
Técnicas de construcción que desafían el tiempo
El proceso constructivo comienza con cimientos robustos de piedra que evitan la humedad por capilaridad. Sobre estos se levantan los muros mediante un ingenioso sistema de capas:
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Zócalos de mampostería que aíslan la estructura del suelo
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Muros de tierra compactada de hasta 40-50 centímetros de grosor
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Acabados de revoco de tierra mezclada con paja
Estas paredes gruesas proporcionan un aislamiento térmico excepcional, manteniendo los interiores frescos durante el día y conservando el calor por la noche.
Además, los intrincados patrones decorativos tallados en las paredes no son meramente ornamentales; cumplen la función práctica de evitar la erosión.
Por qué el cemento está prohibido en el ksar
Desde su declaración como Patrimonio de la Humanidad en 1987, la UNESCO ha destacado la importancia de preservar la autenticidad arquitectónica de Ait Ben Haddou. Por esta razón, el cemento y el hormigón están estrictamente prohibidos en cualquier restauración.
Un Comité de Control de Infracciones, formado por autoridades locales y expertos, supervisa constantemente cualquier intervención para garantizar el uso exclusivo de materiales y técnicas tradicionales. Esto asegura que el ksar mantenga su carácter histórico y su capacidad para enseñarnos sobre construcción sostenible.
Esta prohibición no es caprichosa: el cemento alteraría las propiedades de "respiración" de los muros, desestabilizando el delicado equilibrio térmico y estructural que ha permitido a estas construcciones perdurar durante siglos.

El ksar de Ait Ben Haddou ha trascendido su valor histórico para convertirse en una estrella internacional del séptimo arte. Este antiguo asentamiento bereber, lejos de permanecer como simple reliquia del pasado, vive una segunda juventud gracias al cine que ha transformado profundamente su realidad cotidiana.
Impacto del turismo cinematográfico en la comunidad
La historia cinematográfica de Ait Ben Haddou se remonta a los años 20 del siglo pasado, cuando se rodó "Mektoub" de J. Pinchón y Daniel Quintin. Sin embargo, fue a partir de los 60 cuando Hollywood descubrió definitivamente este rincón marroquí con "Lawrence de Arabia" (1962). Desde entonces, las cámaras no han dejado de filmar entre sus murallas de barro:
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"La Momia" (1999), "Gladiator" (2000) y "Alejandro Magno" (2004)
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"El Reino de los Cielos" (2005) y "Prince of Persia" (2010)
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La serie "Juego de Tronos", donde Ait Ben Haddou se transformó en la ciudad de Yunkai
Esta industria cinematográfica ha generado ingresos récord alcanzando los 1.109 millones de dirhams, posicionando a Marruecos entre los primeros destinos mundiales para rodajes internacionales. Por estas callejuelas han pasado estrellas como Tom Cruise, Brad Pitt, Russell Crowe y Michael Douglas, maravillados por la estética del lugar.
Mientras tanto, la mayoría de los habitantes originales han abandonado el ksar para instalarse en construcciones más modernas al otro lado del río. No obstante, muchos regresan diariamente para atender negocios turísticos como riads, cafeterías y tiendas de artesanía, generando así empleo directo e indirecto para miles de marroquíes.
Mitos y leyendas que no aparecen en las películas
Más allá de su fachada cinematográfica, Ait Ben Haddou encierra historias que ninguna cámara ha captado. En realidad, las kasbahs marroquíes son "ventanas a un mundo de historia, cultura y misterio".
Por otra parte, los habitantes locales aseguran que Ben Haddou, su fundador, yace en una tumba situada detrás de la ciudad. Esta conexión con el pasado sigue viva entre quienes resisten dentro del ksar, preservando tradiciones que se remontan a cuando las caravanas cargadas de oro, plata y esclavos hacían parada obligatoria en este enclave.
La verdadera magia de Ait Ben Haddou reside en lo que permanece invisible para el visitante casual. Este "Marruecos de expansión y armonía prehistóricas, abandonado y desnudo pero impregnado de historias" sigue escondiendo secretos en cada recodo, esperando ser descubiertos por quienes busquen algo más que un simple escenario de película.
Ait Ben Haddou representa mucho más que una simple fortaleza de barro en el sur de Marruecos. Este extraordinario ksar encarna la perfecta fusión entre el pasado y el presente, donde las antiguas técnicas constructivas berberes siguen desafiando el paso del tiempo. Sin embargo, su verdadero valor trasciende su arquitectura única.
La historia del ksar refleja la evolución de Marruecos, desde punto estratégico en las rutas comerciales hasta set cinematográfico internacional. Ciertamente, mientras algunas familias mantienen vivas las tradiciones ancestrales dentro de sus muros, el turismo y el cine han dado nueva vida a este monumento histórico.
En definitiva, Ait Ben Haddou permanece como testimonio de la ingeniería bereber y la adaptabilidad cultural marroquí. Sus murallas de adobe no solo protegen un legado arquitectónico único, sino también preservan la memoria de generaciones que han llamado hogar a este extraordinario lugar. La supervivencia de esta ciudad fortificada dependerá de mantener el delicado equilibrio entre la conservación de su autenticidad y su adaptación al mundo moderno.
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